Un proyecto. De una nueva marca, que no nuevo vino, pues su historia se remonta allá por el año 1.869, en una pequeña bodega de Tegueste. Tres, o tal vez, cuatro generaciones atrás, comenzaron con el cultivo de la viña, después de haberlo hecho con la cochinilla, la caña de azúcar, o el trigo y la cebada en esos rodeos altos. Por un lado, en los llanos de San Ignacio, El Borgoñón, Roma o El Socorro de Tegueste, y por otro en el Sauzal, donde dicen Trece y medio o, posteriormente, en la Orantia del Rodeo, los llanos del Boquerón y en la zona del Guincho del Valle de los Guerra donde dicen los Charcos de Rivero. Hoy, por la unión de estas dos familias, con mucha ilusión y buen hacer, nace este vino fruto de la cosecha de unas uvas recolectadas en las distintas zonas que abarcan desde casi el nivel del mar en la zona del Guincho, hasta los setecientos metros de altitud de la zona de la Orantía en el rodeo. Con sólo variedades autóctonas o muy antiguas de aquí, como la listan negro, la negramoll, la castellana, la baboso, verijadiego tinta, o las blancas listan, marmajuelo, malvasía o moscatel, y en menor cantidad otras tantas como la albillo, gual, gomera, sabro, verdello, málaga, pedro jimenez, uval, tintilla, bremajuelo, bujariego, listan gacho, etc., todas ellas cultivadas en la propiedad, queremos hacer algunas exquisiteces que irán saliendo año tras año. Ya está la primera en la calle con una gran fuerza cromática y de cuerpo, que nos da la variedad castellana. En los inicios de la campaña 2008-09 y desde hace unos cuantos años, contábamos con la inestimable ayuda del enólogo Eladio González (Yayo), Ingeniero del ICIA y amigo de casi todos, hoy, tristemente, fallecido y al que esta bodega quiere rendirle un merecido homenaje póstumo que perdure en el tiempo con esta mención, y siguiendo la línea que él nos dejó marcada, intentando lograr los resultados que él hubiera obtenido de seguir con nosotros. Queremos ser una bodega que experimente con nuestras variedades sacándoles lo mejor de cada una.